Os dejo un artículo publicado en la revista Clarín Taurino nº 48 de Bilbao (2015), escrito por D. José María Sotomayor, titulado "Plaza de toros de La Malagueta, una colección de libros taurinos", págs. 80 y 81.
Esperamos que os guste.
Me sugirieron que el tema de esta colaboración podría estar relacionado con los libros taurinos, con la bibliografía taurina y, desde luego con los bibliófilos taurinos. Afirman que algunos bibliófilos, no precisamente los taurinos, estamos un poco locos aunque esta enajenación sea inofensiva. Aportaré una prueba. Leí hace tiempo que un bibliófilo, no estaba su colección relacionada con el mundo de los toros, decidió venderla. Lo hizo en pública subasta. El día señalado acudió a presenciar la venta de sus libros. Hombre de posibles, como dicen en mi tierra, pujó por el primero de ellos hasta que se lo adjudicaron, sin que se supiera el motivo de tan extraña conducta. Después fue haciéndolo con uno tras otro hasta volver a quedarse con su biblioteca, abonando los costes de la puja ¿No fue una locura? Desde luego, aparentemente, si lo era. Lo que no contaron, seguramente nadie lo supo, es que le movió a adoptar ese comportamiento de arrepentimiento. Quizás rememoró la aventura de sus adquisiciones? ¿Pudo ser el recuerdo de tardes de lectura junto a un ser querido en la proximidad del fuego de una chimenea? ¿Por qué no la belleza de algunas piezas? O… quién sabe si algunos libros le susurraron que no querían separarse de él.
Y es verdad que los bibli6filos tenemos nuestros hijos predilectos. En varias ocasiones me han preguntado que diez libros son los mimados de mi biblioteca. Difícil respuesta, pero que he tenido que dar, pues habría que atender a muchos aspectos. También, me he visto obligado a publicar los títulos de una biblioteca taurina escogida. Y algún tiempo después hubiera añadido otros más. Quizás, muchos. Pero si es verdad, e insisto en ello, independientemente de la calidad de los libros, hay piezas preferidas para nosotros. En los cuatro últimos años estoy facilitando a varias asociaciones, los bibliófilos españoles y franceses entre otros, listados de todos los libros editados en España o al menos de los que he tenido conocimiento. Mi intenci6n era mostrar en estas páginas un panorama de todos ellos o, al menos, de los más representativos. Repasando las páginas publicadas, me he detenido en un título y en dos autores. No he sido subjetivo. No he podido apartar la vista de un "consentido" como dicen los mexicanos. Mi pensamiento, también mi coraz6n, han viajado en ese momento a Málaga y ha venido a mi memoria una fecha. Fue la del día que me enamore de esa ciudad y que pisé por primera vez el ruedo de La Malagueta. Y estas coordenadas sentimentales, subjetivas, han apartado de mi cualquier idea de una selección de títulos publicados en los últimos años para centrarme en una colecci6n que, de cualquier forma, estaría por méritos propios en aquella. Se titula: Historia de la Plaza de Toros de La Malagueta, 1876-1936. Ya se han publicado seis tomos.
El primero apareció en 2013 y los últimos, dos casi seguidos, en febrero y marzo de este mismo año. Cada uno tiene más de quinientas páginas y los autores aún no han atravesado la frontera del primer decenio del siglo XX. La obra de Cosme Rueda Padilla y Enrique Recio Quijano es un tratado de historia, taurina y social, de los años transcurridos entre el comienzo de la construcción del coso y la segunda de las fechas apuntadas en el título de la colección. El esquema de la obra se apoya en la cronología de los hechos taurinos reflejados en la prensa general y en las publicaciones periódicas taurinas que son las principales fuentes de información que utilizan. Pero no es una mera sucesión de fragmentos de crónicas, es mucho más. Y lo es porque al mismo tiempo que aparecen en sus páginas aquellas deliciosas crónicas de finales del siglo XIX y principios del XX, verdaderas piezas literarias, los autores nos introducen en la evolución de la fiesta. Una transformación que tiene como epicentro el toro, la base del espectáculo, pero con un estudio paralelo, acertado y conciso, de los cambios en las costumbres de los otros protagonistas: el torero y el público. Y en muchas ocasiones, la lectura de esos textos añejos, y el juicio crítico de los autores, nos acercan a situaciones actuales. Quizás, solo quizás, para darnos cuenta de que tantas cosas no han cambiado. O, al menos, no de manera tan radical como a veces pensamos. Desfilan por la obra los ganaderos, los espadas, los picadores y banderilleros, los empleados de la plaza, los médicos, los empresarios y, así mismo, personajes de la sociedad malagueña de cada época. Se detallan corridas singulares, benéficas y patrióticas, también se cuentan las suspensiones y se incluyen reglamentos taurinos o de funcionamiento de algunos estamentos, noticias de entidades taurinas de cada época y un largo etcétera que no puede plasmarse en el espacio de un artículo. Y no puedo dejar en el tintero la mención al carácter documental, y en ocasiones estadístico, de la obra. Los periodos abarcados hasta ahora en este trabajo, profusamente ilustrado en blanco y negro, con inclusión de un considerable número de carteles, son los siguientes: desde su construcción hasta 1879; desde 1880 hasta 1889; desde 1890 hasta 1895; desde 1896 hasta 1900; desde 190 1 hasta 1906; y desde 1907 hasta 1910. Probablemente los dos primeros párrafos del prólogo del último de los tomos, obra de Juan Pedro de Luna y Ximénez de Inciso, nos acercan a la importancia de este trabajo monumental. Afirma: "... que todos los malagueños, y muy especialmente aquellos que somos aficionados a la fiesta de los toros, tenemos un deber de gratitud con los artífices de este tratado magistral y completísimo de la Historia de nuestra plaza de Toros; esa que lleva el nombre de La Malagueta". Y continúa: "Es un trabajo bien hecho, documentado, personal y apasionante, que pone a disposición del público en general, una parte de la historia de Málaga y a los aficionados un libro de consulta en que cualquier dato puede ser encontrado con facilidad y rigor". Es, sin duda, una obra de obligada referencia. Estos seis tomos, por añoranza, por predilección, aunque atesoran muchos méritos, representan para mí a los cerca de cuatrocientos libros de toros que se han editado, sólo en España, en los últimos cuatros años.
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